AUTOR: Roberto Sabrido Bermúdez. Vicepresidente de la AAJM.
Revista nº 22 de junio de 2023
Haciendo una búsqueda por internet sobre temas farmacéuticos me encontré con una noticia que despertó mi curiosidad, era sobre un discurso del Papa Francisco a los miembros de la Fundación “Banco Farmacéutico” el 19 de septiembre de 2020. En primer lugar, no sabía de la existencia de tal Fundación (y eso que tiene ya 20 años), que se creó como estructura del Vaticano para proporcionar medicinas a los más pobres que no pueden acceder a ellas por el precio. Se trata evidentemente de una actuación caritativa.
Me llamó la atención la noticia publicada en el vaticannews.va/es su titular: “El Papa: No tener acceso a las medicinas es una injusticia”. Seguí leyendo el discurso del pontífice a los miembros de esta Fundación reunidos en el Vaticano y atrajo mi atención gran parte del mismo, entre otras frases: “A veces se corre el riesgo de no recibir el tratamiento con los medicamentos necesarios por falta de dinero…Esto lleva a la marginalidad farmacéutica…Desde el punto de vista ético, si existe la posibilidad de curar una enfermedad con un medicamento, este debería estar al alcance de todos, de lo contrario se comete una injusticia”. Después hablaba del “peligro de la Globalización de la Indiferencia” y proponía “cambiarlo por la globalización de la cura”.
(El discurso completo del Papa se puede leer completo en: (https://www.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2020/september/documents/papa-francesco_20200919_banco-farmaceutico.html).
Pensando lo que está ocurriendo en el mundo con el acceso a los medicamentos, despertó mi curiosidad el concepto de globalización de la indiferencia y seguí buscando en internet. Esto me llevó al primer viaje del pontificado del Papa Francisco que se realizó a la isla de Lampedusa, donde se estima que han muerto más de 20.000 inmigrantes en sus alrededores en el mar. Allí hizo un duro discurso donde condenó con fuerza el trato que se dispensa a los inmigrantes y la insensibilidad que existe ante su tragedia, y habló de la globalización de la indiferencia a la que se refirió como “la cultura que nos hace pensar en nosotros mismos nos hace insensibles a los gritos de los otros…Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, ¡no nos atañe, no nos interesa, no es asunto nuestro¡”.
Me parece muy interesante que un líder mundial, como el Papa Francisco, qué tiene fuertes altavoces hable de una manera tan potente en contra de las injusticias, y tragedias que se generan, y meta entre estas también la “marginalidad farmacéutica” de los que menos tienen, planteamientos en los que humildemente coincidimos en nuestra AAJM. Y no lo digo por la filosofía caritativa del “Banco Farmacéutico”. No me opongo a las voluntarias acciones caritativas individuales o corporativas, pero creo que debe primar la Justicia Social como deber y obligación de los Estados, otorgando derechos que fomenten la equidad ante las necesidades de la ciudadanía. Me viene aquí muy bien una frase de Miguel Delibes en su libro Cinco horas con Mario donde dice. “La caridad está para llenar las grietas de la justicia, no los abismos de la injusticia”.
Sí, considerar que el medicamento no es un bien social sino un elemento más del mercado y considerar que los derechos derivados de las patentes están por encima del interés de la salud, ocasiona que, por sus altos precios injustificados por abuso de la patente, según la OMS cada año mueren alrededor de diez millones de personas en el mundo por la falta de acceso a los medicamentos necesarios, y hay problemas de disponibilidad de medicamentos para dos de cada seis personas. Pero esto no es sólo un problema de países “pobres”, en España según el último Barómetro sanitario, que publica el Ministerio de Sanidad, en torno al 3,5% de la población (1.660.000 personas) no pudo pagar algún medicamento que le habían recetado en el sistema público de salud.
Y mientras estas tragedias ocurren ¿qué hacemos la mayoría?, o ¿qué hacen quién puede y debe hacer?, ¿mirar para otro lado, inhibirse, parchear, ser indiferentes?
Para comprobar si estamos en una globalización de la indiferencia ante estos problemas, vamos a ver que nos proponen nuestros Gobiernos y partidos políticos patrios.
Cuando escribo este editorial se han celebrado las elecciones municipales y autonómicas del 28M y nos encaminamos a las elecciones generales del 23 de Julio.
Revisando los programas electorales marco para el 28J, es poco lo que se dice sobre política farmacéutica al ser esta una competencia mayoritariamente de la Administración General del Estado y no autonómica ni local. No obstante, se hacen menciones genéricas como extender las compras centralizadas, buscar mayor eficiencia en el gasto farmacéutico, evitar desabastecimientos… Hay dos casos que se salen de estas generalidades y son por una parte el partido Más Madrid que propone “la creación de una entidad farmacéutica de titularidad pública que investigue, desarrolle, fabrique y comercialice medicamentos en la Comunidad Autónoma de Madrid” y el programa marco de Izquierda Unida que también propone “crear una empresa pública farmacéutica” que se dedicará a “ la fabricación de aquellas moléculas cuya patente se haya extinguido, e igualmente en caso de desabastecimiento, esta empresa podrá fabricar cualquier molécula independientemente del estado de la patente en caso de desabastecimiento”.
En cuanto a las elecciones generales que se nos avecinan el 23J, todavía no se conocen los programas electorales y lo que se va conociendo no dice nada de política farmacéutica, salvo lo que ya ha salido de las propuestas del grupo de Sanidad de Sumar, que en su bloque 6 dice que van a “explorar estrategias de producción pública de medicamentos y terapias esenciales aprovechando los recursos propios del SNS” y van a “regular la independencia del sistema público respecto a diferentes industrias (farmacéutica, diagnóstica ,alimentaria)en aspectos relacionados con la formación y la investigación”. Parece un pequeño avance ya que la exploración está más que hecha y no se debe perder tiempo. También he recurrido a ver qué decían los programas electorales en las generales del 2019 y para ello me he basado en el comunicado que hicimos entonces las asociaciones que formamos la plataforma No es Sano, en el cual se denunciaba “la ambigüedad” de los programas y no había ninguna propuesta en asuntos tan importantes como, transparencia en la negociación de los precios de los medicamentos y por supuesto ni siquiera incorporaban a la agenda política la reforma y limitación del sistema de patentes ni la creación de fondos públicos para la financiación de la investigación, ni las licencias obligatorias por interés de la salud.
Esperemos que esto cambie para el 23J, pero me temo que no. No obstante, es de destacar que en la legislatura que ha concluido tanto el PSOE como Unidas Podemos impulsaron una Proposición no de Ley instando al Gobierno a asumir las recomendaciones del Panel de Expertos de Alto Nivel de Naciones Unidas para el Acceso a Medicamentos y el Informe de Acceso a medicamentos aprobado por el parlamento Europeo en 2017 (Informe Cabezón). De asumir estas recomendaciones y establecer una hoja de ruta para su implementación, sería un importante paso para la reforma del sistema de innovación, pero el rechazo del PP a esta iniciativa y el fin de la legislatura han impedido que siguiera para adelante.
Pero esta indiferencia, inhibición o impotencia, no afectan solo a los gobiernos y a la mayoría de los partidos políticos, también afecta a asociaciones de pacientes, sociedades científicas y sindicatos profesionales.
Las asociaciones de pacientes quieren tener acceso cuanto antes a las nuevas moléculas (cosa lógica), pero hay que garantizar que este acceso ágil a los tratamientos más novedosos sea con total seguridad y teniendo en cuenta la sostenibilidad financiera de todo el sistema público ya que este, puede verse amenazado por los precios desorbitados de manera injustificada de estas novedades.
Las sociedades científicas y los sindicatos abogan por aumentar la calidad de la asistencia incrementando el número de profesionales y sus retribuciones. Pero para que esto sea más factible, deben tener en cuenta que el precio desorbitado e injustificado de los nuevos medicamentos hacen que los incrementos presupuestarios que se puedan dar en el sistema público sean absorbidos por el incremento del gasto farmacéutico, no dejando espacio para el incremento de otras partidas. Luego a todos nos incumbe y afecta y no podemos, ni debemos mirar para otro lado.
Leía hace exactamente una semana, que las últimas proyecciones económicas de la OCDE mejoraban las previsiones de crecimiento de la economía española, que sería del 2,1% del PIB en 2023 y del 1,9% en 2024. En la misma noticia venían unas declaraciones de la presidenta de la Asociación de Economía de la Salud que manifestaba que “de cumplirse estas previsiones, las cifras pueden tener un impacto directo sobre el gasto sanitario público” pero que cree que un mayor gasto sanitario “se centraría en el crecimiento del gasto farmacéutico, así como el gasto dirigido a la concertación de la asistencia sanitaria…”
Nadie, por lo tanto, debe mirar para otro lado en política farmacéutica, nadie debe inhibirse, nadie debe ser indiferente, pues a todos y a todo nos afectan los excesivos e injustificados precios que pagamos a la industria farmacéutica debido a los monopolios de la comercialización (patentes y otras exclusividades).
Pero como la indiferencia parece que sí está globalizada, no ocurre solo en España. A nivel Europeo, donde tuvimos una bocanada de aire fresco con el informe Cabezón del año 2017,se acaba de presentar en el mes de abril una nueva propuesta de legislación farmacéutica europea, que en palabras de nuestra compañera Dra. Soledad Cabezón, en el número anterior de esta revista, este nuevo paquete legislativo que ha presentado la Comisión Europea “es una oportunidad y esperanza para un necesario cambio de modelo farmacéutico que se queda muy corto y ,si es para 20 años es necesario una mayor ambición”. Esperemos que se pueda modificar en el Parlamento Europeo.
Nuevamente podemos decir, ¿ineptitud? ¿miedo? ¿Impotencia? ¿inhibición? ¿indiferencia?
No quisiera que quedase este editorial como pesimista, como un simple lamento, todo lo contrario, quisiera que quedase como un estímulo para seguir luchando por nuestros objetivos, para seguir luchando para cambiar el modelo de investigación, para cambiar la política farmacéutica nacional y europea, para limitar el uso de las patentes, en definitiva, para ir contra la globalización de la indiferencia, para que se sigan dando pasos.
A quienes hayáis aguantado hasta el final leyendo este editorial me gustaría dejaros, para alejar los males de la indiferencia, unos versos sacados del poema de Gabriel Celaya La Poesía es un arma cargado de futuro:
“Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural de los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse”