AUTOR: Amós García Rojas Presidente de la Sociedad Española de Vacunología.
Revista Nº 6 de Octubre 2021
Siempre me ha llamado la atención que haya profesionales que se definan como provacunas. No conozco sanitarios que se proclamen como proantibióticos o proantihipertensivos. Y hay que subrayar que el debate no es vacunas sí, vacunas no, el verdadero meollo de la discusión tiene como base: Razonamiento científico sí o no, ciencia frente a …otra cosa Por eso, más que provacunas debemos ser proconocimiento, prociencia. Y eso nos capacita para poder decir también que no todas las vacunas son iguales o tienen las mismas prestaciones. Además, el defender estos productos debe ir asociado a una defensa más global de las políticas de salud pública. Y es que una magnífica vacuna contra el VIH es el preservativo, y otras frente al cáncer de pulmón y demás patologías respiratorias son las medidas legislativas de control del uso del tabaco. Por otro lado, podemos caer en la idea de decir que las vacunas salvan vidas. Pero, una vacuna en un frigorífico no salva absolutamente nada. Lo que salva vidas son las políticas sanitarias que hacen posible que esa vacuna, que es absolutamente necesaria, llegue al brazo de quien la necesita. Yo no amo a las vacunas. Como voy a amar a un medicamento. Lo que amo son las políticas sanitarias que hacen que esos productos lleguen a los ciudadanos.
Resulta asombroso que en pleno periodo de avance tecnológico, y de cierta expansión del conocimiento, ciudadanos de diversos países dejen de vacunar a sus hijos y decidan retrotraerse a siglos pasados desoyendo la evidencia científica y sintiéndose más cómodos arrullados por los susurros de las creencias. Conviene recordar que la incorporación de los programas nacionales de vacunación ha representado uno de los avances más importantes en el control de las enfermedades infecciosas. Además, en el proceso de planificación de programas, la vacunación se presenta como una de las primeras actividades regladas de la salud pública y tiene un largo recorrido como estrategia para proteger al ser humano frente a determinadas enfermedades.
La inclusión de una vacuna dentro de las políticas vacunales de Salud Pública es un p ro c e s o q u e re q u i e re u n a n á l i s i s tremendamente riguroso y, a veces, hay que esperar años para que se consoliden actuaciones presupuestadas y planificadas. España es un claro ejemplo del largo proceso y del análisis tremendamente potente que requiere el incluir una vacuna en las estrategias vacunales públicas. Por otro lado, las vacunas representan el 1 o 1,5% del total del gasto farmacéutico. Sin embargo, ocupan la mayoría del debate mediático en materias de salud pública.
Por otro lado, es evidente que dentro de las personas reticentes a la vacunación no hay homogeneidad. De una parte, tenemos sectores de población que, lamentablemente, se encuentran en situación de exclusión social, necesitados de políticas sociales adecuadas. Por otro, padres y madres que tienen dudas sobre las bondades de estos productos, y frente a los cuales debemos ejercer pedagogía sanitaria, subrayando lo que han significado, significan y significarán las vacunas como herramientas clave en la mejora del nivel de salud de la ciudadanía. Y luego están los irreductibles, los que desde posturas supuestamente ideológicas rechazan de plano la vacunación. Normalmente, estos últimos suelen estar representados por personas de media o alta renta, que deciden no vacunar a sus hijos en un ejercicio de memez pseudomoderna y supuesta defensa de lo natural frente a lo químico. No entiendo qué ejercicio de reflexión intelectual puede llevar a alguien a considerar moderno que su hijo tenga un sarampión, enfermedad que debemos entender como seria, y que puede dar lugar a complicaciones severas. ¿Es moderno ver sufrir a tu hijo por no haberlo vacunado? ¿Es moderno pasar sin freno del siglo XXI al siglo IX?
Y en este contexto aparece una pandemia, y a f o r t u n a d a m e n t e e n u n p e r i o d o razonablemente corto de tiempo llega un instrumento básico que nos va a permitir crear el terreno adecuado para comenzar a decirle adiós al drama, las vacunas frente al Sars-Cov2. Y llegan gracias al talento y dinero invertido, a la cooperación internacional y a las bases ya trabajadas al buscarse una vacuna frente al Sars-Cov 1. Pero desgraciadamente, apenas un pequeño porcentaje de países, los desarrollados, acumulan casi el 70% de las dosis producidas, con lo que la velocidad en la vacunación va a depender del status de desarrollo de cada territorio.
Y conviene no olvidar que estamos en una pandemia, un problema global que requiere respuestas globales, y no solamente recetas locales. El problema no solo hay que solucionarlo en España, Reino Unido, Francia, Canadá, etc. También hay que arreglarlo en Uganda, Camerún, India. Y es que, de esta, o salimos todos o no salimos.