- Casi tres décadas después del fallecimiento de Jonas Salk, su legado sigue destacando la necesidad de construir una industria farmacéutica diferente
OTRAS FUENTES. Revista Nº 31 JUNIO 2024
Alan Rossi Silva, Joost Smiers.
People’s Health Dispatch, 21-6-2024. https://peoplesdispatch.org/2024/06/21/29-years-without-jonas-salk-against-the-normalization-of-the-absurd/
La lectura de este breve artículo donde se recogen las palabras de Jonás Salk en su entrevista con Murrow, donde a la pregunta de este último sobre la posible patente de la polio responde de forma categórica: “acaso se puede patentar el sol?” nos ha vuelto a recordar la importancia y sencilla verdad que encierran . Por ello hemos decidido incluir este texto como homenaje a una postura de una humanidad insobornable y para recordar que otros caminos son posibles.
La gente, diría yo. No hay patente. ¿Podrías patentar el sol?» Esta fue la reacción de Jonas Salk durante una entrevista de 1955 cuando Edward R. Murrow le preguntó sobre la propiedad de la patente de la recién inventada vacuna contra la poliomielitis. Casi 70 años después, en 2024, esta respuesta sigue sorprendiendo a las nuevas generaciones e inspirando el cambio.
La pregunta del entrevistador también es sorprendente: «¿Quién es el propietario de la patente de esta vacuna?» Murrow no preguntó si alguien tendría una patente sobre este invento. La forma en que se enmarca esta pregunta transmite un aire innegable de naturalidad. Se basa en lo que el entrevistador percibió que era una suposición lógica: «Si hay un invento potencialmente rentable, entonces, por supuesto, alguien ya tiene derechos exclusivos sobre él».
Al ver la grabación de la entrevista, está claro que Jonas Salk no está de acuerdo con esta lógica. Varias personas podrían detectar rastros de indignación, sorpresa e incluso ironía en su breve declaración. Su memorable respuesta es, de hecho, una curiosa mezcla de estas emociones. Sin embargo, también refleja otros sentimientos que pueden ser particularmente útiles para abordar nuestros desafíos actuales. Hasta el día de hoy, la postura de Salk impresiona con su coraje, desinterés y espontaneidad.
Especialmente relevante es la capacidad de Jonas Salk para reconocer lo absurdo. A pesar de la supuesta naturalidad de la pregunta de Murrow, Salk no se engaña y, de manera desconcertante, señala la incorrección de la pregunta. Después de todo, ¿cómo podría pensar alguien en limitar la producción y el acceso a una tecnología capaz de salvar millones de vidas?
Es precisamente por esta razón que Jonas Salk continúa inspirando a un número infinito de personas e iniciativas en todo el mundo, incluido el trabajo en curso de su propio instituto en los Estados Unidos, varios libros y premios. Además, también ha sido una de las principales inspiraciones para el movimiento Public Pharma for Europe, dando su nombre a una de sus propuestas más prometedoras: el Instituto Europeo Salk, promovido por la organización belga Medics for the People y apoyado por numerosas organizaciones de todo el mundo.
Sin embargo, más que publicar editoriales y nombrar institutos después de él, la única manera de honrar verdaderamente el legado de Jonas Salk es denunciando la inmoralidad intrínseca del sistema de patentes y adoptando una postura intransigente hacia la justicia.
La memoria de Jonas Salk es especialmente relevante en los tiempos actuales, cuando parece que estamos atrapados por una trágica mezcla de falso pragmatismo, desesperación y falta de imaginación. Con pocas excepciones, y sin romper realmente el núcleo de la lógica de Murrow, la visión de nuestros jóvenes, movimientos sociales y académicos parece limitarse a «equilibrar» los sistemas de patentes, reformar las leyes de patentes, «negociar» licencias voluntarias, implementar flexibilidades de los TRIPS, pedir exenciones temporales de propiedad intelectual, enfatizar la necesidad de patentes defensivas e incluso abogar por aumentar el número de patentes originarias en el Sur Global.
Podemos aspirar a mucho más: es importante recordar que no todo está perdido, y la llama de la indignación sigue viva. Siguiendo el ejemplo de Salk y desafiando el mortal consenso neoliberal, Radder y Smiers, por ejemplo, proponen una alternativa concreta: la investigación médica sin patentes. Se ha demostrado que su modelo es científica, social y moralmente preferible. También es económica y financieramente rentable, y sociopolíticamente y organizativamente viable. Su perspectiva proporciona un faro de esperanza, demostrando que con ideas audaces y esfuerzo colectivo, ¡podemos remodelar nuestro futuro!
A medida que nos acercamos al 29 aniversario de la muerte de Jonas Salk el 23 de junio, debemos rechazar inequívocamente la noción de que las innovaciones médicas que salvan vidas pueden ser mercantilizadas y confinadas por patentes. Al adoptar la visión de Salk, podemos esforzarnos por un mundo en el que los avances científicos sirvan a la humanidad en su conjunto, no a los beneficios de unos pocos. Es hora de desafiar y transformar el status quo, asegurando que la próxima generación mire hacia atrás en nuestra era y vea el coraje para poner fin a este absurdo.